martes, 24 de marzo de 2009

LA MADRE MONTE

Mito de origen indígena presente en casi todas las regiones de Colombia. Es la deidad que cuida los montes y las selvas, por lo que persigue a los cazadores, pescadores y aserradores de los bosques. Su figura es la de una mujer de gran corpulencia con manos largas y huesudas, todo el cuerpo cubierto de hojarasca y una cabellera de musgos y melenas que cubren su rostro, dejando ver solamente sus grandes colmillos y ojos brotados y encendidos. Acostumbra vivir en las profundidades de los montes y cuando hay tempestades aterra con sus gritos y quejidos penetrantes.
Hace perder a los niños y los esconde debajo de las cascadas en las montañas. También persigue a los hombres que andan en malos pasos haciéndolos perder en el monte.
Para ahuyentarla, cuando se le encuentra de frente, hay que insultarla, no mostrarle miedo y lanzarle latigazos. El humo del tabaco, o una medalla bendita impiden que aparezca.
La Madremonte es la deidad tutelar de los montes y las selvas antioqueñas y el Viejo Caldas y, según los campesinos, rige los vientos, las lluvias y todo el mundo vegetal. A veces aparece como una mujer musgosa y putrefacta, enraizada en los pantanos, que vive en el nacimiento de los riachuelos y cerca de grandes piedras. Generalmente aparece en zonas de marañas y maniguas y sus bramidos y gritos infernales se oyen en noches tempestuosas y oscuras (Ocampo López 1996: 183-6).
Tomás Carrasquilla describe así a la Madremonte en su novela La marquesa de Yolombó: "Aquí, la Madremonte, musgosa y putrefacta, que al bañarse en las cabeceras de los ríos, envenena sus aguas y ocasiona calenturas y tuntún, llagas y carate, ronchas y enconos. Tampoco tiene contra, la maldita" (1974: 120-1).
Los campesinos y leñadores que la han visto, dicen que es un monstruo con figura de mujer, cubierta de hojas frescas, plumas y musgo verde.
Dice la Leyenda que la Madremonte "castiga a los que invaden sus terrenos y pelean por linderos; a los perjuros, a los perversos, a los esposos infieles y a los vagabundos. Maldice con plagas y pústulas los ganados de los propietarios que usurpan terrenos ajenos o cortan los alambrados de los colindantes. A los que andan en malos pasos, de pronto les hace ver una montaña inasequible e impenetrable, o una maraña de juncos o de arbustos difíciles de dar paso, borrándoles el camino y sintiendo un mareo del que no se despiertan sino después de unas horas, convenciéndose de no haber sido más que una alucinación, una vez que el camino que han trasegado ha sido el mismo".