martes, 24 de marzo de 2009

TABÚ

Es una prohibición de conocer y tocar ciertas cosas impuestas por alguna religión de polinesia. Objeto o cosa que no se puede tocar. Que tiene el carácter sagrado de intocable. Por otro lado se dice que designa una conducta, actividad o costumbre prohibida por una sociedad, grupo o religión, es la prohibición de algo natural, de contenido religioso, económico, social o cultural, por alguna razón de utilidad social.

Romper un tabú es considerado como una falta imperdonable por la sociedad que lo impone. Algunos tabúes son, en efecto, delitos castigados por la ley, en este sentido, los tabúes son antecedentes directos del derecho. Hay tabúes fuertemente incorporados a las tradiciones de ciertas culturas, mientras otros responden a intereses políticos.

Los tabúes pueden incluir:


- Restricciones alimentarías: Son los que incluye alimentos como la carne, pescado, plantas e incluso bebidas, que por razones culturales o religiosas no son aceptadas para consumo, no son totalmente desaprobados, por lo que son tabú para la sociedad en general o por grupos específicos.
Entre los más conocidos están los tabúes alimentarios de prohibición religiosa del HINDUISMO: El de sacrificar y comer la carne de los vacunos en especial las vacas, pues para ellos esto es considerado divino e inviolables, en razón a que para algunos Hindúes una vaca es la reencarnación directa antes de ser humano y si se sacrifica una vaca se retroceden 87 escalones de reencarnación. Se considera sagradas no sólo la vaca sino también la leche y cualquier producto derivado de éste.

- Restricciones sobre actividades y relaciones sexuales (masturbación, sexo prematrimonial o extramatrimonial, pornografía, homosexualidad, incesto, zoofilia, pedofilia, etc.).
Este tipo de tabúes pueden varias según el país y la época, en razón a que a través de la historia se ha podido comprobar que esto ha cambiado por varias razones, de acuerdo a las tradiciones y costumbres de las personas.
En el mundo occidental el incesto es considerado un tabú en donde se prohíbe tener relaciones sexuales con determinadas personas en donde hay algún parentesco.
Por otro lado en cuanto a la homosexualidad en la cultura occidental en la actualidad hay un gran debate y ha pasado de considerarse primero pecado, luego desviación, posteriormente enfermedad a considerarla como una opción (no elegible, por supuesto) de la especie humana.
En cuanto a la religión judía prohibía explícitamente las conductas homosexuales como pecados contra Dios, quizás porque muchas de las religiones realizaban rituales de fecundidad en los que se unían entre todos y consideraban este tipo de conductas como blasfemas y en la religión cristiana prevaleció esta concepción quizás porque a la nueva religión le resultó muy difícil desterrar los ritos de las antiguos religiones.

MITOS DEL RIO MAGDALENA

  • Quiero presentar como primera parte el tema de los mitos que han hecho historia en las regiones que comprenden el paso del río Magdalena en Colombia, pero para poder conocer mas a fondo toda esta historia se debe partir de un concepto y apreciación de lo que es esta gran arteria fluvial de Colombia:

    El Río Magdalena es considerado como el cauce fluvial colombiano de mayor extensión, su cuenca tiene influencia en 18 departamentos del país y forma fronteras departamentales en diez de ellos. Su principal afluente es el río Cauca y es navegable desde su desembocadura en el Mar Caribe.

    Este río es considerado el principal río de Colombia, ya que su área de influencia ocupa el 24% del territorio continental del país, en el cual vive la mayor parte de la población colombiana y se desarrolla el 85% del PIB Nacional.

    Como dato importante el río Magdalena tiene 1.540 kilómetros de longitud y a su vez nace en la Laguna de la Magdalena y desemboca en Bocas de Ceniza en Barranquilla y en Cartagena por el Canal del Dique.
    http://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%ADo_Magdalena

    Ahora bien después de presentar una pequeña introducción de lo que es el río Magdalena a continuación quiero presentar, los diferentes mitos que a través de la historia de nuestro país se han conocido, pero voy a mostrar cuales son los principales mitos que se originan y conocen en algunas regiones del río magdalena. Comenzaré a dar una pequeña definición de que es un mito: Relato de los tiempos fabulosos y heroicos. Tradición alegórica que tiene por base un hecho real, histórico o filosófico, cosa fabulosa, EJ. El Ave Fénix es un mito. También se dice que es una serie de personificaciones de fuerzas naturales que gobiernan la vida de un pueblo, especialmente en las comunidades campesinas.

    Si bien es cierto estos mitos para nuestros antepasados eran entidades reales, que estaban ahí pero que de una u otra forma hacían parte de la comunidad. Lo importante era tener un comportamiento en donde se podía ver que se tenía un respetos por estas creaciones que en algún momento, cierto o no, habitaron los pueblos.

    En nuestro país estos mitos eran una costumbre generada en el pueblo, se cree que hacían parte de la tradición de los mismos en donde se unía la fantasía con las mismas creencias populares, que al final de los tiempos quedaron como historias que a través del tiempo solo quedan en la memoria de nuestros antepasados.

    Ahora bien quiero presentar cuales han sido los mitos mas conocidos por los pobladores de la región del río magdalena, entre los cuales se encuentran:
  • La Llorona
  • La Candileja
  • La Patasola
  • La Madre Monte
  • La Madre de Agua
  • El Mohán
  • El Hombre Caimán



LA LLORONA

Quienes le han visto la describen como una mujer vestida con una túnica sucia y deshilachada, ojos rojizos por el llanto y rostro cadavérico. Lleva entre sus brazos un bebe. En las noches asusta en las quebradas, lagunas y charcos con sus llantos y alaridos desgarradores y macabros. En medio de sus lloriqueos se le oye gemir: "aquí lo eché, aquí lo eché, ¿donde lo encontraré?", reprochándose su infanticidio.
Cuentan que se les aparece a los borrachos, a los maridos infieles, a los perversos y a los jugadores.
Dicen que la llorona era una muchacha campesina que emigro a la ciudad en busca de mejores oportunidades. Ya en la ciudad se ocupó como empleada de servicio en una casa de personas notables, cuyo hijo la embarazó y luego la despidió de su trabajo. No teniendo más camino le tocó devolverse a su casa en el campo donde al poco tiempo su familia se percató de su estado. Siendo sus padres muy católicos y tradicionales se dedicaron a reprocharla en todo momento hasta lograr desesperarla, al punto que una noche corrió hacia el río y dando a luz a su hijo lo lanzó a la corriente; al caer en cuenta de su error se lanzó detrás del niño gritando y llorando.
"Todavía en las noches de luna después de una creciente se oye el llanto de esta mujer, y se puede verle tras el rayo de luna en el agua del río, tratando de alcanzar a su hijo. Dicen que el señor en su gran misericordia tendrá compasión de ella y que algún día lo alcanzará, volverá a la vida y será un gran hombre revolucionario de la sociedad".

LA CANDILEJA

Se aparece en el Huila en las noches oscuras en forma de tres estrellas de fuego que se desplazan a gran velocidad y que producen un ruido macabro. Generalmente persigue a los padres alcahuetes, a los maridos infieles y a los borrachos. Dice la Leyenda que había una señora que tenía dos nietos a los cuales mimaba demasiado, les daba gusto en todo y les celebraba todas sus picardías. Un día los nietos ensillaron a su abuela como a una mula y montaron sobre ella por toda la casa. La abuela falleció y fue condenada a pagar su irresponsabilidad en la crianza de sus nietos, viajando por el mundo en forma de tres llamaradas que simbolizan el alma de la abuela y la de sus dos nietos. A menudo su luz se confunde con la de las guacas, haciendo correr a quienes la observan con el fin de marcar el tesoro para después desenterrarlo; Sin embargo, dicen los vaquianos que la luz de la Candileja es roja, mientras la de las guacas es amarilla. Para ahuyentar la candileja, las personas deben enfrentarla con machetes, gritándole groserías e insultándola por alcahueta. Generalmente se aparece en las casas solitarias o abandonadas, cerca a las guacas y en los ríos crecidos.

LA PATASOLA

Es el más temible de todos los seres mitológicos del Huila. Lleva cabellera enmarañada y tiene una sola pierna en forma de tronco de árbol, que termina en una pezuña. Cuando los cazadores siguen a sus presas, ella borra los rastros; deja en su lugar la huella de su pezuña imitando la del animal perseguido; siempre en sentido contrario al que escapan los animales, con el fin de acercarse a velocidades increíbles para poder atacar a los cazadores.
Comentan que la Patasola es el espíritu de una mujer infiel que tenía amores con el patrón de su esposo; cuando el esposo descubrió el engaño mató al patrón con un machete y a ella le cortó una pierna, ella corrió con su única pierna hasta que se desangró y murió.
Algunas personas aseguran que se presenta como una mujer bellísima que los llama y los atrae para enamorarlos, pero a medida que avanza hacía la oscuridad del bosque se va transformando en un monstruo con ojos de fuego, boca inmensa con dientes de felino, y una cabellera de medusa despeinada que cae sobre el rostro para ocultar su fealdad.
"En otras ocasiones, oyen los lamentos de una mujer extraviada; la gritan para auxiliarla, pero los quejidos van tornándose más lastimeros a medida que avanza hacia la víctima y, cuando ya está muy cerca, se convierte en una fiera que se lanza sobre la persona, le chupa la sangre, y termina triturándola con sus agudos colmillos." El único modo de ahuyentarla es estar siempre acompañado de animales domésticos, principalmente perros.
Dice la Leyenda que cuando ella mata a alguien, se sienta contenta a cantar:

Yo soy más que la sirena;

En el monte vivo sola;

Y nadie se me resiste

Porque soy la Patasola.

En el camino, en la casa,

En el monte y en el río,

En el aire en las nubes,

Todo lo que existe es mío.

LA MADRE MONTE

Mito de origen indígena presente en casi todas las regiones de Colombia. Es la deidad que cuida los montes y las selvas, por lo que persigue a los cazadores, pescadores y aserradores de los bosques. Su figura es la de una mujer de gran corpulencia con manos largas y huesudas, todo el cuerpo cubierto de hojarasca y una cabellera de musgos y melenas que cubren su rostro, dejando ver solamente sus grandes colmillos y ojos brotados y encendidos. Acostumbra vivir en las profundidades de los montes y cuando hay tempestades aterra con sus gritos y quejidos penetrantes.
Hace perder a los niños y los esconde debajo de las cascadas en las montañas. También persigue a los hombres que andan en malos pasos haciéndolos perder en el monte.
Para ahuyentarla, cuando se le encuentra de frente, hay que insultarla, no mostrarle miedo y lanzarle latigazos. El humo del tabaco, o una medalla bendita impiden que aparezca.
La Madremonte es la deidad tutelar de los montes y las selvas antioqueñas y el Viejo Caldas y, según los campesinos, rige los vientos, las lluvias y todo el mundo vegetal. A veces aparece como una mujer musgosa y putrefacta, enraizada en los pantanos, que vive en el nacimiento de los riachuelos y cerca de grandes piedras. Generalmente aparece en zonas de marañas y maniguas y sus bramidos y gritos infernales se oyen en noches tempestuosas y oscuras (Ocampo López 1996: 183-6).
Tomás Carrasquilla describe así a la Madremonte en su novela La marquesa de Yolombó: "Aquí, la Madremonte, musgosa y putrefacta, que al bañarse en las cabeceras de los ríos, envenena sus aguas y ocasiona calenturas y tuntún, llagas y carate, ronchas y enconos. Tampoco tiene contra, la maldita" (1974: 120-1).
Los campesinos y leñadores que la han visto, dicen que es un monstruo con figura de mujer, cubierta de hojas frescas, plumas y musgo verde.
Dice la Leyenda que la Madremonte "castiga a los que invaden sus terrenos y pelean por linderos; a los perjuros, a los perversos, a los esposos infieles y a los vagabundos. Maldice con plagas y pústulas los ganados de los propietarios que usurpan terrenos ajenos o cortan los alambrados de los colindantes. A los que andan en malos pasos, de pronto les hace ver una montaña inasequible e impenetrable, o una maraña de juncos o de arbustos difíciles de dar paso, borrándoles el camino y sintiendo un mareo del que no se despiertan sino después de unas horas, convenciéndose de no haber sido más que una alucinación, una vez que el camino que han trasegado ha sido el mismo".

LA MADRE DE AGUA

Cuentan los ribereños, los pescadores, los bogas y vecinos de los grandes ríos, quebradas y lagunas, que los niños predispuestos al embrujo de la madre de agua, siempre sueñan o deliran con una niña bella y rubia que los llama y los invita a una paraje tapizado de flores y un palacio con muchas escalinatas, adornado con oro y piedras preciosas.

En la época de la Conquista, en que la ambición de los colonizadores no solo consistía en fundar poblaciones sino en descubrir y someter tribus indígenas para apoderarse de sus riquezas, salió de Santa Fe una expedición rumbo al río Magdalena. Los indios guías descubrieron un poblado, cuyo cacique era una joven fornido, hermoso, arrogante y valiente, a quien los soldados capturaron con malos tratos y luego fue conducido ante el conquistador. Este lo abrumó a preguntas que el indio se negó a contestar, no sólo por no entender español, sino por la ira que lo devoraba.

El capitán en actitud altiva y soberbia, para castigar el comportamiento del nativo ordenó amarrarlo y azotarlo hasta que confesara dónde guardaba las riquezas de su tribu, mientras tanto iría a preparar una correría por los alrededores del sector. La hija del avaro castellano estaba observando desde las ventanas de sus habitaciones con ojos de admiración y amor contemplando a aquel coloso, prototipo de una raza fuerte, valerosa y noble.

Tan pronto salió su padre, fue a rogar enternecida al verdugo para que cesara el cruel tormento y lo pusieran en libertad. Esa súplica, que no era una orden, no podía aceptarla el vil soldado porque conocía perfectamente el carácter enérgico, intransigente e irascible de su superior, más sin embargo no pudo negarse al ruego dulce y lastimero de esa niña encantadora.

La joven española de unos quince años, de ojos azules, ostentaba una larga cabellera dorada, que más parecía una capa de artiseda amarilla por la finura de su pelo. La bella dama miraba ansiosamente al joven cacique, fascinada por la estructura hercúlea de aquel ejemplar semisalvaje.

Cuando quedó libre, ella se acercó. Con dulzura de mujer enamorada lo atrajo y se fue a acompañarlo por el sendero, iternándose entre la espesura del bosque. El aturdido indio no entendía aquel trato, al verla tan cerca, él se miro en sus ojos, azules como el cielo que los cobijaba, tranquilos como el agua de sus pocetas, puros como la florecillas de su huerta.

Ya lejos de las miradas de su padre lo detuvo y allí lo besó apacionadamente. Conmovida y animosa le manifestó su afecto diciéndole: !Huyamos!, llévame contigo, quiero ser tuya.

El lastimado mancebo atraído por la belleza angelical, rara entre su raza, accedió, la alzó intrépido, corrió, cruzo el río con su amorosa carga y se refugió en el bohío de otro indio amigo suyo, quien la acogió fraternalmente, le suministro materiales para la construcción de su choza y les proporcionó alimentos. Allí vivieron felices y tranquilos. La llegada del primogénito les ocasionó más alegría.

Una india vecina, conocedora del secreto de la joven pareja y sintiéndose desdeñada por el indio, optó por vengarse: escapó a la fortaleza a informar al conquistador el paradero de su hija. Excitado y violento el capitán, corrió al sitio indicado por la envidiosa mujer a desfogar su ira como veneno mortal. Ordenó a los soldados amarrarlos al tronco de un caracolí de la orilla del río. Entretanto, el niño le era arrebatado brutalmente de los brazos de su tierna madre.

El abuelo le decía al pequeñín: "morirás indio inmundo, no quiero descendientes que manchen mi nobleza, tu no eres de mi estirpe, furioso se lo entregó a un soldado para que lo arrojase a la corriente, ante las miradas desorbitadas de sus martirizados padres, quienes hacían esfuerzos sobrehumanos de soltarse y lanzarse al caudal inmenso a rescatar a su hijo, pero todo fue inútil.

Vino luego el martirio del conquistador para atormentar a su hija, humillarla y llevarla sumisa a la fortaleza. El indio fue decapitado ante su joven consorte quien gritaba lastimeramente. Por último la dejaron libre a ella, pero, enloquecida y desesperada por la pérdida de sus dos amores, llamando a su hijo, se lanzo a la corriente y se ahogó.

La leyenda cuenta que en las noches tranquilas y estrelladas se oye una canción de arrullo tierna y delicada, tal parece que surgiera de las aguas, o se deslizara el aura cantarina sobre las espumas del cristal.

La linda rubia que sigue buscando a su querido hijo por los siglos de los siglos, es la MADRE DEL AGUA. La diosa o divinidad de las aguas; o el alma atormentada de aquella madre que no ha logrado encontrar el fruto de su amor.
Por eso, cuando la desesperación llega hasta el extremo, la iracunda diosa sube hasta la fuente de su poderío, hace temblar las montañas, se enlodan las corrientes tornándolas putrefactas y ocasionando pústulas a quienes se bañen en aquellas aguas envenenadas.

EL MOHAN




Los pescadores lo califican de travieso, andariego, aventurero, brujo y libertino. Se quejan de hacerles zozobrar sus embarcaciones, de raptarles los mejores bogas, de robarles las carnadas y los anzuelos; dicen que les enreda las redes de pescar, les ahuyenta los peces, castiga a los hombres que no oyen misa y trabajan en día de precepto, llevándoselos a las insondables cavernas que posee en el fondo de los grandes ríos.

Las lavanderas le dicen monstruo, enamorado, perseguidor de muchachas, músico, hipnotizador, embaucador y feroz. Cuentan y no acaban las hazañas más irreales y fabulosas.

Sobre su aspecto físico, varían las opiniones según el lugar donde habita. En la región del sur del Magdalena, comprendida entre los ríos Patá y Saldaña, con quebradas, moyas y lagunas de Natagaima, Prado y Coyaima, hasta la confluencia del Hilarco, como límite con Purificación, los ribereños le tienen un pánico atroz por que se les presenta como una fiera negra, de ojos centelleantes, traicionero y receloso.

Siempre que lo veían, su fantasmal aparición era indicio de males mayores como inundaciones, terremotos, pestes, etc. Poseía un palacio subterráneo, tapizado todo de oro, donde acumulaba muchas piedras preciosas y abundantes tesoros; hacía las veces de centinela, por eso no quedaba tiempo para enamorar.

En la región central del Magdalena, desde Hilarco, en Purificación, hasta Guataquicito en Coello, los episodios eran diferentes. Allí se les presentaba como un hombre gigantesco, de ojos vivaces tendiendo a rojizos, boca grande, de donde asomaban unos dientes de oro desiguale; cabellera abundante de color candela y barba larga del mismo color. Con las muchachas era enamoradizo, juguetón, bastante sociable, muy obsequioso y serenatero.

Perseguía mucho a las lavanderas de aquellos puertos, como en la Jabonera, la Rumbosa, el Cachimbo, Etc. A la manera de un hombre rico, con muchos anillos, que al enamorarse de la muchacha más linda de la ribera, la llevaba a la cueva subterránea donde tenía otras mujeres con quienes jugaba y sacaba a la playa en noches de luna. Muchos pescadores aseguran que oían sus risotadas y griterías.

Bogas, pescadores y lavanderas lo vieron infinidad de veces en la playa pescando, cocinando, peinándose; o bajar en una balsa, bien parado, por "la madre del río" tocando guitarra o flauta.

Entre Guataquicito y Honda las versiones son distintas: allí era muy sociable. Se presentaba a veces como un hombre pequeño, musculoso, de ojos vivaces; entablaba charla con los bogas, salía al mercado a hacer compras, solía parrandear con los mercaderes, pero luego desaparecía sin dejar huella. En guamo, Méndez, Chimbimbe, Mojabobos, Bocas de Río Recio, Caracolí y Arrancaplumas lo vieron arreglando atarrayas, fumando tabaco, cantando y tocando tiple. En noches de tempestad lo han visto pescando y riendo a carcajadas.

Algunos ribereños aseguran que existe la Mohana, pero no como consorte del Mohán, sino como personaje independiente. Comentan que ésta no es feroz, ni les hace travesura en los ríos; lo único que le atribuyen es que se rapta a los hombres hermosos para llevarlos a vivir con ella en una cueva tenebrosa.

jueves, 19 de marzo de 2009

EL HOMBRE CAIMAN



Sí, mi amigo. Esta historia empezó aquí mismo. Y el que es hoy el hombre caimán se sentaba allí, donde está usted ahora dispuesto a tomarse un vaso de ron, un queso y por último, su plato de arroz con coco.

Miraba siempre hacia la orilla opuesta del río y cuando adivinaba la presencia de alguien al otro lado, apuraba su arroz y desaparecía en el agua. ¿Que por qué hacía todo esto? No se desespere, amigo, termine de tomarse su ron y escuche, que este cuento apenas lo empiezo.

Es una historia de amor, como todas, con la diferencia que el hombre salió mejor librado que cualquiera, a pesar de todas las adversidades. Así que si va a pedir otro trago, hágalo de una vez, que yo aquí empiezo mi relato y no paro hasta el final.

Un hombre, alegre y despreocupado, viajaba continuamente de Pinillos a Magangué vendiendo toda suerte de alimentos y frutas hermosas. A grandes voces y en medio del jugueteo entre él y las gentes de por aquí, el hombre divertía a todos con sus historias absurdas de cómo adquiría los productos, hasta el punto de convencer a los compradores de que lo que se llevaban eran objetos maravillosos.

Una tarde, mientras anunciaba a gritos la venta de unas naranjas que, según él, poseían las esencias del amor eterno, descubrió para su fortuna la presencia de una bella mulata con el pelo recién enjuagado que caminaba despreocupada. El hombre entabló conversación con la muchacha y rápidamente, ambos se vieron profundamente atraídos.

Ella se llamaba Roque Lina y era la hija de un severo e inabordable comerciante de arroz. Sus hermanos, que jugaban el secreto papel de vigilantes de los pasos de la muchacha, al darse cuenta de que Roque Lina era atraída cada vez más por las frases pomposas del hombre, dieron la voz de alarma a su padre.

Así pues, amigo, cuando el hombre apareció como de costumbre con sus alaridos y sus productos de otro mundo y se precipitó feliz a saludar con canciones a su querida Roque Lina, se encontró frente a la presencia poco amable de su imposible suegro. “Aquí el que vende soy yo”, le dijo tajantemente el padre. “Y mi hija no es arroz. Así que puede irse con su música a otra parte, antes de que tengamos problemas. ¡O yo no sé!”. Y sin agregar una palabra más, tomó a Roque Lina del brazo y la arrastró con él.

Fue desde ese momento cuando el hombre empezó a venir todos los días a esta tienda, a pedir el mismo ron, el mismo queso y el mismo arroz con coco y a mirar hacia el río. ¿Por qué? Rápidamente lo fui entendiendo: aquí los hombres se bañan en esta orilla. Hacia la mitad de la corriente hay un remolino y al otro lado se bañan las mujeres. Asimismo, aquí la gente va a la necesidad en el agua y se cobra un centavo por todo. ¿Qué pasaba? Pues nada más que el hombre se había puesto de acuerdo con Roque Lina para que cuando ella fuera a bañarse, él atravesara el río a nado y fuera a visitarla.

Usted estará preguntando cómo haría el hombre para atravesar aquel remolino, que a primera vista se adivina no apto para seres humanos. Pues aquí es donde reside el secreto de la historia. El hombre terminaba de comerse el arroz, se metía al agua y poco a poco, su cuerpo se iba corrugando, sus brazos se encogían en pequeñas patitas, sus piernas se unían en una agitada cola y cada uno de los granitos de arroz que se había comido se iban transformando en una hilera de dientes filudísimos, hasta quedar convertido en un expertísimo caimán nadador.

Así el hombre caimán atravesaba ágilmente el remolino y luego de violentos chapoteos, lograba llegar hasta donde Roque Lina, quien ansiosa lo esperaba para ir a descubrir con él las profundidades secretas del río. El hombre venía aquí a diario, bebía y comía su eterna ración y se lanzaba en su viaje reptil donde su amada Roque Lina. Esta visita permanente fue poniendo alerta a todos los pescadores de la zona.

Una mañana, uno de los hermanos de Roque Lina alcanzó a percibir la cola desenfrenada del hombre caimán rompiendo el remolino y de inmediato dio la voz de alarma. Todos los pescadores de Magangué se dieron a la caza del caimán. Pero cualquier esfuerzo era inútil. Mientras más obstinados eran los hombres tratando de aniquilar al animal, más ágil se volvía el hombre para llegar hasta la orilla de Roque Lina.

Tómese el otro roncito, amigo, que esta historia ya se precipita a su final y tiene que prepararse para lo que sigue. ¿Me va siguiendo….?

El papá de Roque Lina, hombre ostentoso y sediento de fabricarse su propio orgullo, ubicó con exactitud el sitio por donde el caimán solía nadar y organizó un cerco para atraparlo.

Una mañana, un buen número de pescadores navegaron afanosamente por estos parajes, buscando sin descanso al caimán, comandados por el padre de Roque Lina. Mientras esto sucedía, el hombre de nuestra historia, sentado allí donde usted está, terminó su ron, su queso y su arroz y se fue de aquí. ¿Hacia dónde iba si todos lo buscaban? Luego lo supe: el muy vivo se echó al agua mientras todos estaban en su búsqueda, nadó agitadamente hasta el barco del papá de Roque Lina y de una, se devoró todo el arroz que encontró. Acto seguido, buscó a su amada que dormitaba en el muelle. Suavemente la acomodó sobre su espalda y sin despertarla, se alejó con Roque Lina en silencio.

Nunca volvió a saberse de ellos. Pero, desde ese día, todos los hombres de por aquí esconden temprano a sus mujeres y se apuran a comerse todo el arroz que tengan en la olla, antes de que el hombre caimán venga y haga desaparecer mujer y granos.

Ya se da cuenta por qué es. Lo único que no puedo brindarle, amigo, es su plato de arroz con coco. Por estos días, no sé por qué, ha estado escaso por aquí. Pero. . . ¿no quiere que le cuente otra historia?